11 oct 2019

Colombio de Colombia: 'Me voy a la Patagonia'

Resulta inevitable hacer juego de palabras con tu nombre, pero qué chévere que te encontré en Colombia, Colombio.

Huyendo a la carrera de la lluvia y de la noche, bajando por sus empedregadas escaleras 'romperodillas' desde Barichara, me topé con un aldeita llamada Guane, provincia de Santander, que a mi llegada me recibió en silencio con turistas ausentes en temporada baja; dichoso un servidor de en exclusiva conocer en Colombia a Colombio.

No alcanzaba a encontrar la Patagonia en el centro norte de Colombia, Colombio, así que me presté a preguntar a los paisanos santanderinos -que no paisas de Medellín- que con gusto me indicaron por dónde seguir.

Encontré Chile en Colombia, Colombio, pero no llamé a su puerta (ver foto 1). Dije 'hello' como indicaba el cartel de bienvenida a tu morada. Pude decir hola, pero yo siempre he sido muy transgresor. Me recibiste esperándome, y no hay mejor modo de dar la bievenida a alguien.

Foto 1 - Hospedaje 'La Patagonia'

Y entre nuestra cháchara -y gran parte de mi extensa retahíla que sordo dejó a algún que otro paisa (ahora sí, de Medellín)- mencionaste de soslayo algo así de un viaje que realizaste desde Medellín a la Patagonia a pie. A pie desde Colombia, Colombio, a la Patagonia, Chile. Porque sí. Libertad y Felicidad. Las dos palabras sobre las que gira tu gran historia. Perdí la cuenta de cuantas veces las nombraste, bro. Déjame compartirla, he aquí mi pequeño homenaje.

Circunstancias de la vida te empujaron a dormir en la calle, sin un peso. Y a la primera noche de sueño sobre un banco en un parque, tu visión: 'Me voy a la Patagonia'. Un objetivo claro: 'Me voy a la Patagonia'. Caminante y no ciclista, te pusiste en camino por la Autopista Panamericana rumbo al sur del Sur desde Medellín. Sombrilla (por paraguas), zapatos robustos y curtidos hasta desembocar en agujeros te acompañaban en tu destino; nunca te gustó dar papaya. Día 1, y tu sino te cruzó con un indígena chamán que no solo bienaventuró tu viaje, sino que resucitó tus zapatos, pues zapatero era. Esto sólo podía pasar en Colombia, Colombio.

Zapatos nuevos y ya vuelas, aunque gozaras con tus pies en el suelo como buen caminante. No había nada que te frenara...¿Pero cómo  hijueputas ibas a cruzar 9000 Km? ¡Tú tenias afán por trabajar! Quizás buscando camioneros en postaderos que precisaran de buena charla y compañía. Además, tú sabías cómo romper el hielo: 'Me voy a la Patagonia'. No había camionero en Colombia, Colombio, que alcanzara comprender cómo ibas a conseguirlo. Y sin embargo todos ellos aportaron su gran granito de arena. Primera frontera traspasada: llegaste a Ecuador.

Un camionero hasta te entregó una virgencita tamaño bolsillo, con la cual conseguiste un pasaje hasta Cuzco desde Ecuador en buseta. Previamente el chófer te comentó que sin plata uno no podía montar en el autobus, lo cual comprendiste. Eso no te impidió hurgar en tus bolsillos hasta toparte con dicha virgencita, que bien te sirvió como tiquete hasta el Perú. Bien atrás quedó Colombia, Colombio.

Perú pasó rápido, no así su frontera con Chile. 'No tengo ni un peso' contestaste al agente de aduanas que cumplió con los dictados antiinmigratorios de sus superiores y no te permitió la entrada al país. Hasta que una familia chilena desde el fondo gritó que ibas con ellos; y tú sin dar crédito. 'Tenés que estar más vivo' te decían en el coche camino a su ciudad, cada vez más cerca del Sur. Pero tú sólo sabes seguir con tus preceptos, y mentir no va contigo. Te dejaron a dos horas de la frontera, a unos cuantos de miles de kilómetros de Colombia, Colombio.

Y en el Desierto de Atacama, Moisés. Que abrió las aguas por ti. Que te atravesó el desierto en su carro y te ayudó a conseguir visado para laborar gracias a su abogada novia. No sin antes trabajar como vendedor ambulante con Robinson, quién te salvó de las pulgas de la casa de acogida de indigentes. Robinson, quien no quiso comprender que tu intentabas ayudarle a que se alejara de las drogas y al que siempre le estarás agradecido, ahora desde Colombia, Colombio.

Y a Santiago marchaste para recoger tus papeles. Tenías visado, podías ir a la Patagonia para trabajar de mesero y así estar a la orden, en contacto con las personas. Intercambiando experiencias y poniendo en práctica aquello que siempre defendiste: 'Que lo importante es lo humano, y no la plata'. Saliste del bache aunque, ¿fue bache o una búsqueda de una experiencia vital? Te demoraste 40 días en alcanzar la Patagonia, 5 años viviendo allí, trabajando, hasta que te tocó regresar a Colombia, Colombio. Fin del visado.

Alquilando habitaciones en tu Airbnb, compartiste tu historia de fin de visado con una pareja belga a la que pediste que te trajeran una piedrecita de Torres del Paine, para así manteneros conectados (como ya pediste a otros tantos amigos turistas previamente). Ellos respondieron y regresaron con una con la forma de Suramérica (ver Foto 2). Y tú solo podías ver en ella bien resaltada a Colombia, Colombio.

Foto 2 - Piedra de Suramérica

Al día siguiente compraste boleto a Medellín. ¿Pero a dónde regresar a Colombia? Cinco bolas de papel dispuestas en círculo: Barichara, Medellín, Aldana, Neira y Otro! ..Y la piedra de Suramérica de Torres de Paine que giró como una güija... hasta Barichara. Y desde Barichara hasta conocernos en mi estancia en Colombia, Colombio.

Y en Colombia, Colombio, intercambiamos visiones sobre la vida, magia, canciones a capella de carnaval, y me regalaste la mejor historia jamás oída. Qué pena que te la robe, pero como aspirante a cuentacuentos, no puedo dejarla pasar por alto. Permíteme  hacer así honor a su memoria, quizás tenga yo que escribir la mía propia, desde Colombia hasta la Patagonia.

Foto 3 - 'Fantasía', regalo y creación de Colombio

1 comentario:

Rou dijo...

Me encanta ese "Diccionario de una vida" que acabas de empezar a escribir. Besitos venezo-canarios!