9 ene 2015

A ojos de un Pirata

Con un parche permanente. Impidiendo ver el todo, o permitiendo ver sólo la parte deseada. La vista de un pirata es limitada, quizás para avistar mejor sus objetivos. O quizás para apartar la miseria de su perspectiva, tal como hacen los hedonistas. Tal vez gritar "al abordaje" no sea mas que un modelo de vida en que se buscan distracciones de conquista para evitar afrontar la realidad de la solitaria vida filibustera. Una vida en que escasean los días claros, pero  donde sobran los tesoros encontrados entre tempestades.

En el navío hedonista, el patrón de los corsarios siempre lleva un parche. Ambos ojos funcionan a la perfección, pero nunca utilizan el vago. Por uno sólo el color tiene cabida, el otro, en cambio,  solo distingue el gris. El patrón rehúsa y huye de la mezcla del blanco y negro, ansiando los colores vivos. Por ello en su vida sólo caben los planes y las aventuras, los sueños y deseos de grandeza. El optimismo como fuente de vida, y la felicidad como último y único deseo. La tristeza, la nostalgia y el anhelo se encuentran escondidas tras de un parche epicúreo , generalmente negro y por tanto opaco.

Pero un buen día, en un rutinario ataque de abordaje coincidiendo con la primera madrugada del tercer invierno, el parche del patrón se desprendió de su cinta. Y se desplomó sobre el suelo.  El pirata comenzó a ver con claridad.  Con esa claridad cegadora que a veces el gris otorga al completar la gama de colores. Tal como le ocurrió a Platón al escapar de su propia caverna.

Y con total clarividencia el patrón renuncia a ser pirata , temporalmente eso sí, dejando que su propio brillo se torne a gris. Se suma en una oscuridad donde afronta, asume y evoluciona. Sin embargo el patrón se ofusca cuando es la tristeza la que  lo aborda, ya que sólo ha conocido la gloria al abordaje en su máximo exponente.

Y aguardando su próxima conquista de tesoros, mientras piensa qué hacer con todos los que ya posee, continúa así con el ciclo de los piratas, siempre navegando al frente, siempre adelante. Un ciclo en que la etapa esplendorosa predomina e impera, pero en el que igualmente necesarios son los tonos grisáceos. De lo contrario no existiría susodicho ciclo, y si algo bien sabe un pirata es que las lineas rectas no existen en el mar, y que, aunque luzca plano, navegará sobre él perpetuamente, en el circulo infinito del eterno retorno de lo idéntico.

PD:  Léase "De los cambios de tercio y el dios Chronos"