27 mar 2023

Big Fish

Clásico de Tim Burton. Si no la has visto, métela en lista y apaga Netflix. No hago spoiler, sigue leyendo.  Esconde una gran verdad a mi juicio, que no es otra que el secreto de vivir para contar historias. La vida misma. Apago el canuto.

Hay muchas respuestas a la pregunta de 'qué es la vida?' Y nadie dará con la tecla. Pero es mi blog, así que pruebo suerte: 'La vida es vivir experiencias que puedas vivir con los tuyos y convertirlas en historias que tambien contar a los tuyos'

Transgrede un poco, dale chicha al asunto. Que ver Netflix los domingos está guay y todos lo hacemos, pero no da para mucho que contar; no crea lazos, no estrecha vínculos y el espectador queda indiferente. Ahí va mi historia de la Huex 2023 (patrocinada por Netflix).

Huex. Huelva Extrema. 25 de marzo de 2023. Carrera de 183.5 Km de 'Mountain Bike' con 3200 m de desnivel acumulado desde Cortegana hasta Ayamonte. A nivel amateur-paquete entre 10 y 13 horas montado en bicicleta. Una pequeña salvajada que discurre por la provincia de Huelva.

Para completarla se precisan tres máximas:
1. Experiencia
2. Habilidad
3.  Valentía (osadía? Falta de cabales? Instinto suicida?)

Servidor, también conocido como Carraca  Sagan, presenta el siguiente CV:  1. Seis meses de práctica en mountain bike previos a la carrera, la experiencia brilla por su ausencia. 2. Habilidad? Todavía se sale coloreando del recuadro. 3. Valentía? Sale corriendo cuando le merodea una avispa. Enfrentarse a esta prueba era equivalente a afrontar el Tour un día después de quitarse los ruedines de la bici.

El viaje comenzaría meses antes, a finales de septiembre, y como casi cualquier aventura del siglo XXI, Whatsapp mediante. Aunque declarados enemigos del heteropatriarcado, y siempre al servicio de sus mujeres, los integrantes de la grupeta de los 'Brasleeps' seguimos siendo muy susceptibles a un 'no hay huevos a'. No hay huevos a correr la Huelva Extrema. Y ahí fuimos sumando bicicletas hasta un total de 7. Bromas aparte, el verdadero imán que hacía imposible negarse a tal aventura era el hecho de que iban a la prueba nuestros colegas. Y cómo quedarse fuera de tal hazaña?

Cada uno cargando con su lastre. El miedica-paquete, el que se apajara a ños 40 Km, el que sufre de riñones tras horas en la bici, el que ya ha corrido la carrera 4 veces y se perjuró que no repetiría, el que ordena los geles por color y día, el cabezón de Toledo (sentido figurado), el que soporta la presión de ser una leyenda Titán.

Pero el lastre fue llevadero ya que fueron 6 meses de compartir aventuras poniéndonos fuertes como pomelos. Para nosotros quedan esas salidas a dos graditos rumbo Calañas, las quedadas nocturno-invernales a subir cuestas con desagradable viento en contra, los entrenos en pista corriendo con el tito Eu viéndole los ojos al demonio, y las series a oscuras en Londres dándole vueltas a un parque nevado jugándonos el pellejo a lo Forrest Gump. Todo ello para descubrir entre cervezas compartidas (y aguas con gas y limón) dos verdades:

1. Que hay que estar muy flipado para someterse a tales entrenos
2. Que por mucho que entrenemos y muy fuertes que nos pongamos, seguimos siendo unos paquetes de cojones

O nuestros adversarios se drogan mucho o nosotros somos muy mantas. Por conciliar el sueño, opto personalmente por lo primero. Cada uno se consuela como puede.

Durante 5-6 meses Training Peaks fue mi mayor aliado y enemigo. Una aplicación que mágicamente guiada por el Sensei, me dictaba mis quehaceres deportivos diariamente (incluyendo descansos, mi parte favorita). Ni que decir tiene que la mandé a chuparla tan pronto como la aventura de la Huex concluyó.

El Sensei fue guía deportivo y espiritual en lo personal. Iluminó el sendero hacia la meta a un betetero (mountain-biker para los anglosajones) sin talento y falto de arrojo en las cuestas abajo. La premisa era sencilla: si a los 183Km le quitas la parte de cuesta abajo, la parte en que transitas entre pueblos, el inicio y el final en que vas en volandas, se te queda una pruebita 50 Km mal contados. En otras palabras: un paseo.

El Sensei y las verdades del barquero

La carrera comenzó una semana antes del 25 de marzo en la última salida de la grupeta en 'mountain bike' rumbo al puente de la Alcolea. Y empieza con una hostia de campeonato (posterior a dos salvadas colosales en que Dios/La Energía/Juan Tamariz me vino a ver). Quemaduras en muslo y codo, no suficientemente serias como para descartar mi comparecencia en la prueba, lástima.

Ahora sí, 25 de marzo, comienza la prueba en Cortegana a las 7 45 AM. 600 aventureros se lanzan a la subida de su castillo (un tanto desagradable en los comienzos) para continuar con una bajada adoquinada en la que Carraca (véase yo) empieza a acongojarse seriamente, más tenso que Doraemon en un control de aduanas, rodeado de tanto ciclista y potenciales víctimas de caídas tras un desafortunado toque.

Braslis preparados y felices

Por suerte me caí bien pronto sin tirar a nadie. Digo suerte porque sólo me hice un raspón en el gemelo (que escuece 'un viaje'), pero pude continuar. Al primer avituallamiento en Aroche llegué el último, superando sólo a los que, o habían pinchado o se habían caído con menor fortuna que yo. Hacerme otro raspón más en el gemelo me subió la moral pensando en que las  fotos por venir adquirirían un matiz aún más épico y pro. Todo por la foto, he ahí esas piernas depiladas.

En ese avituallamiento (Km 18) me esperaban el Sensei y Platanito. Pronto se dieron cuenta que mi ritmo en bajadas no peligrosas era como ir a pedales llevando el viento en contra (metáfora ciclista). Me dejaron atrás, y yo hice mi quizás único y mejor amigo de la carrera: Rubén de Umbrete. Sé que acabó la carrera en su gravel, saludos cordiales.

Dejé atrás a mi amigo (no serían muchos los que dejaría atrás) y me puse fino a subir cuestas tranquilamente hasta Santa Bárbara por el 60. Iba bien, acumulando kilómetros. Un tercio de carrera superado, y allí estaba el Sensei, esperando a JP, al que yo no había adelantado; ergo se había perdido. Yo no estaba para heroicidades, para eso soy el paquete, y no el Sensei, así que abrí gas. O si no gas (demasiado ostentoso), al menos me abrí.

Subidas, bajadas, calor. 'Musha' calor. Ya entramos en Paymogo, Km 81. Voy solo en carrera, pero tranquilito y agusto. Km 107 llego a la Isabel. Vaya puto calor, y yo de negro. En los siguientes 10 Km hasta el 117 (El Granado) vi al demonio, pero ya me lo había presentado el tito Eu previamente dando vueltas al estadio Emilio Martín. Estaba listo para llorar sangre.

Y sangre lloré. Mientras tanto también estaba derritiéndome, en un terreno pedregoso y con no mucho desnivel en el que sentía que avanzaba muyyyy lentamente y que no sumaba kilómetros en mi haber. Y escucho una voz familiar, animosa y animada. En ese momento, yo a mi ritmo de cadáver, sólo adelantaba cadáveres (en descomposición) y nadie me rebasaba. Pero viene el Sensei, inmune al calor y exento de la necesidad de ingesta de líquido alguno. Yo sentí que él iba en bici eléctrica (está denunciado a la organización), y le dije que ni se molestase en pararse conmigo. Me vio mal, se paró más adelante para advertirme que venía una bajada peligrosa, pero yo iba 'ciegosordomudo a lo 'Shaki' y no me enteré de un carajo. Pero a cauto (que no cagado) no me gana nadie, pie a tierra,y sorteé la bajada.  Fueron sin duda mis kilómetros más sufridos. Sólo pensaba en dar la siguiente pedalada, en no gastar fuerzas intentando subir pendientes demasiado empinadas que hicieran sufrir mi musculatura. Seguir la máxima de guardar todas las fuerzas posibles, aunque ya escasearan.  Arrastrándome consigo llegar al Granado con 7h y 15 en las piernas. Son las 15 00, voy con una hora y 15 de adelanto con respecto al tiempo de corte que me dejaba fuera de carrera.

Que 'la calor' no nos haga perder perspectiva


Allí me esperaban las mujeres Braslis. Verlas era como un oasis en el desierto, y hacía 'una' calor de cojones, insisto en ello. Ellas me estaban viendo con toda la cara partida, y yo verbalizando seriamente la posibilidad (y deseo) de abandonar.  Ya llevaba un tiempo rumiando, eran muchas horas ya dando pedales y vueltas al coco:
-'Esto lo haces por tu ego, para decirle a tu gente que completaste el desafío'
- 'Es muy inmaduro hacer esto por ego, qué necesidad tienes de ello? Eres más maduro que esto. Tú antes molabas'

Pero en ese avituallamiento me puse fino a chucherías. Me senté en la sombrita, tentado de quedarme para mandarlo todo al carajo y seguir con el coche escoba, comandado por la mujer del Sensei. Y ahí vinieron sus dos frases clave:

A. En el Granado a todo el mundo se le apaga la luz
B. Si llegas a San Silvestre (Km 150), acabas. 30 Km más desde donde estamos

Yo estaba psicológicamente agotado, pero sentía que aún había fuerzas en las piernas. Y que abandonar no era una opción mientras quedara gasolina en el tanque. Algo quedaba, y esta prueba merecía al menos que yo me vaciara del todo. 'My very best'

Soy el único que llora cuando lo ve?


Antes de partir de El Granado, le dije a Vane (mujer del Sensei, aclaro) que estuviera atenta al móvil por si petaba en el 130 a la altura de Sanlúcar de Guadiana. Partí rumbo a San Silvestre con otros primeros 10Km muy duros a nivel psicológico. Mis piernas siguen funcionando como por arte de magia, aunque al tanque mental le queda ya poco gas. 

Pero ya rondaba el 130, sólo a 20 Km de San Silvestre, había hecho un tercio de esos 30 que Vane mencionó. Avituallamiento: agua , cocacola, frambuesas, naranjas, chuches, galletas. Galletas, sí. Soy un sí a todo, y con hambre no me voy a ir de allí. Se abre una pista ancha ante mí, dificultad técnica 0.  A que termino esta puta mierda y todo?

El resurgir de Carraca adelantando adversarios (y no al revés). No hay vídeo 


San Silvestre, 17 45. 45 minutos antes del tiempo de corte. Allí está Vane de nuevo, que ya me ve con otro semblante. Y otra frase mágica: 'ya lo que queda es más rodador'. Me como una caja de frambuesas, y pico billete. 33.5Km para línea de meta. Las frambuesas muy ricas, por cierto.

Llegada a Costa Esuri, una maravilla urbanística producto de la especulación. Las mujeres y madres del avituallamiento están chistosas comentando la cantidad de culos bonitos que van a llegar a Ayamonte al final de la prueba. Que esta noche se lía dicen.  No estaba yo para entrar al juego, señora, cosa que me habría encantado. Quedan 11 a meta, y 4 cuestas. Concentracion, no bajo la guardia, más galletas, por si acaso. Que los culos no nos perturben. No me relajo hasta que haya subido y bajado la última cuesta (otra caída/error supondría el final). Esta última cuesta tiene lugar a 5 Km de meta. No me gusta en general sacar pecho de mis victorias (sólo lo hago siempre que gano)  pero fui el Brasli más rápido en el último parcial. En realidad segundo, pero el primero no mide sus parciales, así que no cuenta.

Y en este punto ya me descargo, disfruto del atardecer (llevo 12 horas desde la salida). No doy crédito de que vaya a terminar este reto. Voy esprintando por los senderos apurando los últimos repechos, deseando llegar con los ojos vidriosos de la emoción. Energía impacientemente infinita. En el carril bici de Ayamonte el público gritaba 'ese tío lleva motor!'', el ruido era ensordecedor.

Creo que puedo afirmar (con apoyo unánime de los participantes) que era sin duda el peor bajador de entre todos los integrantes de la carrera, el más inexperto. Eso implicaba un esfuerzo extra por mi parte en los toboganes de 'subeybaja'. El estrés acumulado en esas bajadas implicaba una fatiga extra en mis piernas (y brazos). Pero por algún motivo absurdo, o por los ánimos y apoyos de los míos, seguí pedaleando. Una cuesta, otra cuesta más. Y otra. Hasta el final.

En meta me esperaban los Braslis con sus mujeres. Ellos habían pasado por lo mismo, pero de algún modo lo sintieron diferente, que mi coyuntura era algo más especial. Ellos hicieron que yo sintiera que el reto se convirtiera en mi hazaña. Emocionados al verme e incrédulos de presenciar como había llegado al final tras darme por muerto 60 Km antes. Yo me dejaba abrazar como un niño cuando se reencuentra con sus padres en un parque tras pasar un buen rato perdido.

Fue mi novia durante 2 minutos durante la confusion que creó el speaker al ver que Cristina venía a abrazarme mientras lloraba. Dura un minuto mas y el verdadero Victor, tocayo, Titán, y Líder, me habría calzado un par de hostias bien merecidas

Braslis 'finishers' con Carraca

Millenials Braslis emocionados fundidos en un abrazo con boomer llorón aproximándose 

-Disfruté durante la carrera? - Los últimos 15 minutos tras sortear la última cuesta.
- Y el resto no? - No, ni un puto segundo.
- Volverías a apuntarte el año que viene? - Antes me arranco las uñas de cuajo.
- Si volvieras atrás en el tiempo, a septiembre de 2022 , cuando decidiste embarcarte en esta aventura con los amigos de la grupeta... volverías a apuntarte? - Cada. Puta. Vez.

Y todo esto... para que vale? Para contar la historia y crear recuerdos. A los tuyos. Con los tuyos.

PD: gracias a mi Sensei por ponerme fuerte, la cabeza no me habría funcionado sin piernas sin lugar a dudas.

PD2: gracias al coche escoba de mujeres Braslis. Sin ellas, y especialmente sin la frase de Vane adecuada en cada momento, estoy seguro de que no habría terminado.

Los campeones y el Capitan America comemos salmorejo con medalla Finisher


72 horas más tarde aún duermo y me ducho con mi medallita de finisher