27 mar 2017

Carta abierta al Profesorado (de mi cole Moliére), con envidia

Muero de envidia. Envidia sana, pero muero.

Visiblemente emocionado, así compartía conmigo la siguiente vivencia un profesor de mi antiguo cole, el Colegio Moliére: "Uno de mis alumnos de este año, así de lo más rebeldes, me dijo: Profe, sé que cuando me vaya de aquí, seguiré queriéndote, porque yo te admiro"

Perdona que comparta esto con un audiencia un tanto más amplia, profe, pero la nostalgia me invade e impulsa a emocionar a otros, ahora que yo ya soy "grande". Es esta maldita envidia egoísta que no me permite que seas tú el único que disfrute de ese momento tan maravilloso. Creo que sabrás perdonarme.  Eso sí, te advierto,  no sé si te perdonaré que yo me cuestione mi actual profesión desde entonces.

1917 fue el primer año en que comenzó a forjarse ese vínculo profesor-alumno , alumno-profesor en el colegio Moliére. Y unos tantos-cuantos tuvimos la suerte de disfrutar del acto de centenario y reencuentro de antiguos alumnos y profesores este pasado sábado 25 de marzo. Los que fuésemos niños, ya somos adultos - o al menos fingimos comportarnos como tal- y los que ya fuesen adultos y educadores...siguen siéndolo. Eso sí, todavía quedamos algunos que nos resistimos a crecer.

Muchas dudas en el aire por resolver previas al reencuentro: 
  • ¿Se seguirán embarcando los balones encima del comedor junto al patio de recreo? (Embarcar: acepción andaluza que define la situación de un objeto cuando éste queda atrapado en un área de difícil acceso a una altura considerada)
  • ¿Se habrá pasado Malili  a la pelota vasca definitivamente tras tanto fiasco madridista? 
  • ¿Seguirá Maribel, y sus regañinas y enseñanzas que tanto echo en falta, como subdirectora?
  • ¿Continuará Gimeno tan guapo como antaño provocando revuelo entre las adolescentas y las no tan adolescentas

La respuesta es sí a todo. Y Gimeno, con cariño, lo tuyo me jode. Deja a las nuevas generaciones camino libre para poder progresar. Que hasta yo tengo fantasías contigo tras volverte a ver.

Bromas aparte,  sólo quería aprovechar estas palabras para daros las gracias, a todos. No recuerdo si os agradecí en su momento todo lo que me disteis y enseñasteis, pero espero que sí, de veras. En cualquier caso, que sirva este centenario como excusa y recordatorio para hacerlo. Me siento agradecido, afortunado y orgulloso de haber formado parte de la historia de nuestro cole. Y de eso debéis sentiros culpables. De eso, y de que recuerde mi infancia y adolescencia sin poder evitar que mis labios dibujen una sonrisa, por muy mal que se me diera la Plástica por aquel entonces (y a día de hoy, hay cosas que nunca cambiarán).

Porque todos vosotros, queridos profesores, me visteis e hicisteis crecer como persona. Y vuestras enseñanzas no cayeron en saco roto, pues aún las sigo teniendo presente, pese al paso de los años:
La Ética de Pepa,que no dejará de marcar mi rumbo, y las Mates de Frochoso, Emilio, o Rocío, que me convirtieron en ingeniero.

La Lengua de Beltrán o Malili, culpable de mi idilio por la escritura,  y la Historia del otro Beltrán, que me hace no olvidar de donde vengo, pese a que los mares nos separen, Huelva.

 La Lengua Francesa, que también pone nombre al cole, de Marifé, Eva, Maribel o Lola (y su sonrisa contagiosa que tanto nos llenó como niños de quinto y sexto), y la EF de Raquel... o Gimeno, como no.

La Religión y su alternativa (de la que tantos resúmenes hice gracias a mi querida Inma), y las Ciencias Naturales de Victoria, Agustín o nuestra otra señorita Pascual.

Tercero de Primaria, Manolita y su pelo blanco particular. Tecnología de Juan Luis, Informática de Antonio (aunque para nosotros "El Peru") e Inglés, de Mamen. Mi Mamen. A la cual no pedi matrimonio porque ya andaba casada. No me devolvió su amor en forma de alianza; a cambio, me regaló la frase más bonita que jamás me hayan dicho. Ésa me la guardo para nosotros, si me permiten.

Espero que nuestro abrazo de este sábado os compense tanto quebradero de cabeza que os causé en su momento. Os aseguro que puse el corazón en mis brazos al rodearos con ellos. Tenéis una profesión maravillosa que hace os que os admire. Sois la clave de nuestro futuro, de nuestros nietos, hijos y sobrinos. No os dejéis pisotear, estaremos a vuestro lado, luchando, aprendiendo y enseñando, juntos. Todos queremos ser profes, por vosotros.
  
Y compartid vuestras vivencias con nosotros, ahora que ya partimos. Esos niños, vuestros niños, que ya no lo son tanto. Matadnos con vuestras experiencias. Quiero morir de envidia, mis queridísimos profesores.

16 mar 2017

170

Casi 170 años justifican su día. Algún que otro mentecato (y en realidad son demasiados) se pregunta por qué él no tiene el suyo; si acaso eso no es injusto.

Peleles (y pelelas en muchas ocasiones) de poca monta y de poca mente, que quien monta tanto tanto monta, y que poco entienden de equidad, paridad o igualdad. Cómo entender pues el 170.


44. 44 desaparecieron entre sus manos el pasado año, dejando un hilo de sangre y un mar de lágrimas a sus espaldas.

84. 84 años desde que pudimos oír su voz, aunque apenas se percibiera. Su voz traducida en voto, e introducida en una republicana urna.


42. 42 años desde que el día ocho del tercer del mes del año deshojamos la margarita para discernir si nos encontramos más cerca o más lejos de tan anhelado 170.

Porque 44 , 84 y 42 suman 170. 44 fueron las mujeres asesinadas en España en 2016. 84 años desde que ejercieron su derecho a voto por primera vez en nuestro país. 42 desde que celebramos el día 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Y 170. Casi 170 años para que podamos llegar a presumir de igualdad económica entre varón y hembra de seguir a este ritmo.

En poco menos de 17 años evolucionamos del Nokia 3310 al último modelo de Iphone 7. Sí, 17 y no 170, pero pocos se sorprenden. Como pocos se sorprenden de aquellos y aquellas que acuñan a  feministas de feminazis. Como pocos se sorprenden cuando esos mismos se amparan en la biología para justificar la diferencia como eufemismo de inequidad, desigualdad y desemejanza. Biología y no Educación o Cultura. Como también pocos se sorprenden cuando algunos abogan por compensar tanto feminazismo con otro similar día Internacional del Varón. Como si ése no fuera por desgracia cada santo y maldito día.

Para equilibrar la balanza debemos colocar más peso en el lado contrario a la masa que provoca tal desequilibrio.  De ahí que celebremos el día Internacional de la Mujer y no el del Hombre. Y que ese día sólo sirva para recordarnos nuestra lucha diaria por acelerar esa cuenta atrás desde el 170.

Cada día, deberemos esforzarnos por ser la voz de aquellos y aquellas que cesaron en su empeño por compensar la desnivelada romana de género. Se lo debemos a nuestras abuelas, madres, tías, hermanas, primas, hijas, sobrinas y nietas. Pero también se lo debemos a nuestros nietos, sobrinos, hijos, primos, hermanos, tíos, padres y abuelos.

Deberemos convertirnos en los abanderados de una generación donde no se espere que nuestros hijos jueguen al fútbol, sean valientes y enjuaguen sus lágrimas de emociones; y donde no se espere que nuestras hijas jueguen con Barbies, sean  románticas y sensibles. Una generación en que no anticipemos nada de nuestros hijos por su sexo, sino por quienes son como personas.

Quizás algún día en 170 años no exista motivo para recordar a la humanidad la desigualdad entre hombre y mujer. Ojalá ese 170 se vea reducido en 170. Y ojalá no hicieran falta entonces escritos como éste a día de hoy, 8 de marzo de 2017.