7 ene 2016

Reinas y Borregos

Un año más, la Cabalgata de Reyes Magos en el Reino de España. Todas las ciudades se visten monárquicamente tal como mandan los cánones, salvo alguna que otra díscola capital.
Madrid se disfraza en rebeldía llenando de estrógeno las vestimentas de sangre azul. Melchor, Gaspar y Baltasar maldicen el oro que esconden aquellos poderosos que se ríen de su pueblo mientras fuman incienso y  echan por mirra el Estado de Bienestar de su Patria.
Pero no es Carmena la única sublevada. Admito que una vez, también yo desafíe la monarquía jugando a los Carnavales. Con cuatro añitos me vestí de Baltasar en la guarde. Lucía melena radiante rubia a la taza, estilo cacerola, piel blanquecina y ojos claros. Y me pintaron de rey negro. Un tanto contracultural todo aquello.
Y pese a todo, mantuve la ilusión por los Reyes intacta unos cuantos años más. Es decir, que no me creí que yo, Víctor León, fuese en realidad Baltasar, sino que entendí que se trataba de un mero disfraz, como si de un juego se tratase. Y lo comprendí yo, que sacaba aprobado justito en Plástica. Eso sí, peor estuvo vestirse de San José sin estar bautizado.
Confieso que me sentí fatal durante unos años por mi acto de contumacia. No fue hasta que vi en 2007 a Susananita Díaz - Felipe lo quiera (González, no De Borbón), futura candidata pseudosocialista al Gobierno- disfrazada de Baltasar, que conseguí superar mi duelo y enorgullecerme de haber compartido disfraz y coraje con tan distinguida dama. Eso sí, mi acto fue menos revolucionario, ya que un servidor no sólo comparte picha con Sus Majestades, sino también origen. Que semos todos choqueros.

Mi ilusión por ver la Cabalgata de Reyes siempre estribó en alcanzar tantos caramelos como fuese posible. Será que siempre he sido un gordaco, pero a mí los Reyes me la traían al pairo. Lo que verdaderamente merece ser tema de debate es que en Valencia no hubo lanzamiento de caramelos durante la Cabalgata. Indignante. No te lo perdonaré jamás, Ribó. Jamás.

Cerrando el tema, siendo indolente como soy, reconozco que habría seguido los pasos de Manuela. Eso sí, habría disfrazado a niñas de Reyes, en lugar de mujeres. Los menores siempre son más difíciles de atacar por aquello de la Ley de Protección al Menor, si es que aún sigue vigente, que entre tortazos a Presidentes del Gobierno nunca se sabe.

 A propósito, antes de despedirme, dejo un link a una noticia quizás un poco más trascendente que Sus Majestades féminas, y mágicas, en ese orden.