4 jun 2014

¡Estos estúpidos seres humanos!

Supongo que nunca dejará de sorprenderme la estupidez humana.  No importa cuán convencidos podamos llegar a estar sobre una idea, pues a la hora de la verdad siempre naufragamos a la deriva a la espera de la siguiente hostia de realidad.

Y esta última hostia llegó de manos de un tal Howard. Howard es galés, nacido en Cardiff, de unos 60 y de ojeras marcadas. Un tipo de pocas palabras y con pocas habilidades para escuchar, e incluso algo huraño, me atrevería a decir.

Pasé 10 días insistiendo a Howard para que me ayudara a rellenar algunos papeles del trabajo; "paperwork", que se diría por Gales. Cada vez que me aproximaba a él, éste siempre respondía delegando la tarea en otra persona y no escuchándome, de una manera bastante irrespetuosa. Día tras día la misma conducta, hasta un total de 10.

En el décimo, coincidiendo posiblemente con uno de mis no mejores días, mi paciencia se agotó. Le dije a Howard que no comprendía por qué no me ayudaba con este asunto, que el objetivo del mismo no era más que intentar identificar qué área de producción es el cuello de botella de la misma (producción basada en mantenimiento pesado de ruedas de tren, por cierto). Él me respondió que no tenía tiempo para la tarea y que su trabajo consistía en taladrar ruedas de tren, no en rellenar "fucking paperwork". Le insistí en que el ejercicio sólo ocuparía 15 segundos de su tiempo y que seguía sin comprender su falta de colaboración. Ante su negativa le dije que ya hablaríamos más tarde y le di la espalda (he aquí mi error). Howard se volvió hacia mí y me advirtió que no le diera la espalda. Yo me giré hacia él y le comenté que no estaba dándosela, que sólo le decía que ya hablaríamos más tarde, y que por favor no me señalase con tono amenazante. Llegados a este punto de tensión decidí marcharme.

El día siguiente en que coincidimos, osea hoy, me dirigí hacia él para disculparme. Aún a sabiendas de que no debía ser yo el primero que diese su brazo a torcer (o eso me decía mi orgullo), decidí tomar la delantera. Tan pronto como me disculpé Howard me dijo que, lo creyese o no, el iba a proceder a disculparse también por su actitud chulesca del otro día. Acto seguido me dijo que no estaba pasando por un buen momento y que recientemente había perdido a su esposa.

Justo en ese instante concreto, te replanteas todos esos momentos de lucidez en los que tu estúpida condición humana te impulsó a pensar mal sobre una persona en particular, en este caso, Howard. Esos momentos en los que elucubraste teorías perfectas que explicaban su comportamiento; ¡joder, porque estaba muy claro! Un tipo de 60 años, con 40 años de experiencia laboral, no iba a acatar los requerimientos de un niñato de 24, que aunque guapo también inexperto, y con apenas dos meses en ese lugar donde él llevaba 20. Teorías irrebatibles que se reducen a una sola realidad: todos tenemos derecho a tener un día malo, y algunos, a unos cuantos.

Superado todo el embrollo con Howard - ahora convertido en el bueno de Howard-, me sentí muy aliviado. Odio tener rencillas con las personas, la vida es demasiado corta para eso. Probablemente ahora me sienta más unido al bueno de Howard que a la mayoría de personas de mi empresa.  

Finalmente, el bueno de Howard decidió echarme un cable con el papeleo - o "fucking paperwork" como él decía- con mucha predisposición tras este entuerto. Y yo pues... trataré de ayudarlo en la medida de los posible en esos días no tan buenos, aunque sea tan sólo para escucharlo y para recordar con sentido del humor como casi perdimos los papeles en una ocasión.

La moraleja que saco con todo esto, y que quiero compartir con todos vosotros estúpidos entes tercos y cabezones, especialmente vosotros, esos memos que como yo os creéis en posesión de la verdad en el 99% de las ocasiones: dejad vuestras absurdas, razonables y lógicas teorías a un lado. A veces la verdad, o mejor dicho, la realidad, se dibuja directamente delante vuestra y no escondida detrás de vuestras estúpidas conjeturas. Y que mejor que una hostia para derribarlas todas.

Por el bueno de Howard.

P.S.: Disculpen los anglicimos, pero es que cada vez me cuesta más trabajo encontrar la traducción literal al castellano de algunas palabras en concreto. Y no es porque cada día hable mejor inglés, sino probablemente porque cada día que pasa estoy más gilipollas.