21 dic 2011

La imbecilidad tiene un nombre


Varón, 21 años, 1.73 m de altura, 73 kg de peso.
De pelo castaño en casi toda su gran cabeza y un rubio camomílico por la parte frontal del cráneo también llamado flequillo. Mirada incisiva de ojos claros y una expresión facial que escapa a toda lógica. Observador,racional y sosegado.
Este individuo recibió un buen día una llamada telefónica. Dada su gran inteligencia acertó la difícil pregunta que se le hacía, hecho que sirvió para acrecentar el ego de nuestro protagonista. Tras escuchar una perorata de más de 5 minutos, y tras más de 2500 preguntas por parte del sujeto, consiguieron convencerle. Una chica de voz dulce y decidida, decidió tutearlo para llevar la conversación a términos más cercanos. Este chico aún sueña con conocer a esta mallorquina sibilina.
El sabio facilitó alguno de sus datos bancarios, con la mosca detrás de la oreja eso sí, no olvidemos lo sumamente inteligente que es.
Tras colgar, acudió a internet para informarse sobre la compañía Euroloto24, y descubrió que efectivamente era un timo.
Pero el pobre ya había sido timado. No tuvo más remedio que cancelar la tarjeta y convencerse a sí mismo de lo sumamente hábil que había sido de darse cuenta del timo.
Más inocente que la mirada perdida de un recién nacido.
Sócrates decía: "Sólo sé que no sé nada". Nuestro joven héroe por contra: "Soy profundamente imbécil, eso sí lo sé"
En fin,la vida nos pone cada día a prueba para demostrarnos que por muy listos que nos creamos somos insuperablemente imbéciles. Pero de todo se aprende.
Vivir no es más que una suma de experiencias en las que, en su mayoría, tú eres el mayor imbécil.
Salud.

5 dic 2011

La naturaleza de las criaturas salvajes

Párrafo introductorio, capítulo 49, pág. 428 del libro "El nombre del viento" de Patrick Rothfuss. Ni "El nombre de la rosa" ni "La sombra del viento", "El nombre del viento".

Para aproximarse a una criatura salvaje es necesario tener cuidado. El sigilo no sirve de nada. Las criaturas salvajes reconocen el sigilo y saben que es una mentira y una trampa. Si bien a veces las criaturas salvajes juegan a juegos de sigilo, y al hacerlo, en ocasiones son presa del sigilo, en realidad el sigilo nunca las atrapa.
Pues bien. Con lento cuidado, más que con sigilo, es como debemos aproximarnos a una determinada mujer. Una mujer salvaje hasta tal punto que temo abordarla demasiado deprisa incluso en una historia. Si me moviera de modo imprudente, podría asustar a la idea de esa mujer y hacerla salir volando precipitadamente.
Así que, con lento cuidado, hablaré de como la conocí. Y para eso debo hablar de los sucesos que me llevaron, a regañadientes, al otro lado del río y a Imre.