6 jun 2020

Se veía de venir

A propósito de la pandemia, y aprovechando mi abandono para con la pseudoescritura me he inspirado con una temática diferente e innovadora en época de coronavirus: el coronavirus.

'Er' Bill Gates nos metió el miedo tras el ébola, 'ahítáertío' con dos cojones revoluciovisionarios. Que si una pandemia que nos vamos a cagar, que si unos gobiernos faltos de preparación. Pero lo de los papeles higiénicos no lo viste de venir, mostro.

Como lo del síndrome de la cabaña, que tras tanto encierro era de esperar. Qué duda cabe. Terrazas haciendo su agosto en junio en Huelva, he visto menos gentes en el metro de Londres en hora punta (London underground para los que quieran aprender además de entretenerse). 'Escúshame', esto no es criticar, es observar. 

Y no hay más ciego que el que no quiere ver. Impaciente espero a la apertura de los discotecones y bares nocturnos para asistir al despliegue de nuevas mecánicas y estratégicas de cortejo. Esos muchachotes (podrían ser también muchachotas, no 'me se' tiren al cuello) piropeando a las muchachitas a dos metros de distancia, sin poder verse la caja de dientes al tener media cara tapada (que Ronaldinho tiene su tirón de nariz 'parriba') y bailando el reggaeton güeno (en mi época lo petaba más que el trap ese) a lo mimo, tocando sin tocar. La música estará bajita para que distintos grupos puedan interaccionar a distancia sin tener que hablarse al oído, ni comerse la oreja. No se darán números de teléfono en notitas, estas se digitalizarán y en su lugar se dictarán verbalmente (o numérica-mente) para que se guarden en la agenda del celular. Esto dará paso a primeras citas con saludos de codos o de pies, acompañados de una risa singular y jocosa a la par que ocurrente, para acabar en intercambios de flujos varios sin protección ni plastificación.

Y quién no vaticinaba que los gobiernos pondrían por una vez los intereses de las personas por delante de los mercados. No sé si la frase anterior tiene un tinte irónico o erótico. Creo que más bien irónico.

Pero  para erótico lo de las mascarillas que tienen su puntito de fetiche, más alla de su aportación a los mundos del #foodmindfulness y la higiene.  En el primer caso es claro. En las terrazas,  la gente está consumiendo alimentos menos pesados, porque ahora con las mascarillas, los 'orutos' te los comes tú, y ese olor permanente a potaje con chorizo 'pa' tus adentros no es agradable. En el segundo, aún lo es más: Chavales, por fin os vais a lavar las putas manos después de tocaros la pilila y salpicar la tapa del váter. Que no, que vuestro pene no está más limpio que vuestras manos. Y tened cuidao, que los viruses aristocráticos (este es fino) estos también se cogen por la pilila dice 'er' Simón. Al final nos la vamos a empapelar en plástico de verdad.