7 feb 2020

Tres Décadas

En la primera interactuaste con el mundo por primera vez intercambiando estímulos varios, pero ya la olvidaste. En la segunda descubriste el precipicio de convertirse en adulto desde una adolescencia que deseaste eternizar y que en cada generación postmillenial cada vez dura más. En la tercera te tocó crecer sin más remedio, y desarrollar por fin la persona que eres hoy, con tus vicios y virtudes: tu yo adulto.

En tu primera década disfrutas como un niño, en la segunda haces correr el tiempo para dejar de ser un niño, y en la tercera deseas por momentos volver a ser un niño.

Tu niñez y el más nicheano Carpe Diem. Arrasar con todo, correr por caminar, engullir por comer, absorber por aprender.

La adolescencia y el 'vísteme despacio que tengo prisa', que 'en la vida todo llega'.
Que 'todo tiene su edad
y tiene su tiempo';
que 'las etapas hay que quemarlas
 a su debido momento'.

La madurez y el que 'los años no pasan en balde', y qué mejor signo que la aparición de canas varias para evidenciarlo. Canas que deberían armarnos de 'paciencia, madre de la ciencia', para afrontar lo que la vida nos depare,
pues bien se sabe
que 'después de la tormenta siempre llega la calma'.

Tras tres décadas por fin cobra sentido la frase más odiosa que tus padres repitieron hasta la saciedad y con la que se ganaron tanta antipatía: "Cuando seas mayor lo entenderás". Ahora me temo ya tienes licencia para usarla.

Por fin los 30 para finalmente aceptar 'que no hay mal que por bien no venga',
que cada uno hace lo que le convenga.
'De los errores se aprende' y  'que la experiencia es un grado', si no que se lo digan al 'diablo que más sabe por viejo que por diablo'.

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